lunes, 7 de enero de 2013

SOLILOQUIO: SOBRE ISTMOS E ISMOS


SOBRE ISTMOS E ISMOS
 Helena Conhache.
     
     Siempre hay algún momento en el que nos volvemos insensatas, y no porque nos convirtamos en locas de atar o en la niña del exorcista, que también podría ser, sino porque simplemente apuntamos una cuestión que para una puede resultar tan obvia como para el resto resulta obviada.

En ese rango de propia insensatez podríamos incluir esas frases que se nos escapan como si en un momento de delirio mostrásemos una realidad paralela, algo así como si sacases a barrer todas las dimensiones posibles que se necesitan para entender la teoría de cuerdas. En ese momento se nos dirige esa mirada en ocasiones extrañada y en ocasiones condescendiente. Pero ya no tiene remedio, ya no hay vuelta atrás, ya lo has dicho, has cruzado la lengua de tierra que te lleva al otro lado y sabes que te acabas de meter de pies y patas en un jardín por el que no es pertinente transitar en ese momento.

Así que en vez de hablar de lo que a ti se te muestra como un resultado claro y distinto (no es por ponerme cartesiana, sino porque lo es) con un origen y un camino, tienes que empezar a repartir, por enésima vez, la versión “dos punto ya os vale” del “Ethicmaps”, para ver si alguien localiza con claridad donde te has situado a la hora de hablar cuando esa frase incómoda fue verbalizada así, como quien no quiere la cosa. ¿Cómo hacer ver que no estás apologizando contra los edificios sino explicando por qué el edificio se sustenta?

Alzar tu dedo índice, señalar y decir lo que sea que digas que va contra el sistema, contra lo establecido, lo normalizado, lo instituido, lo socialmente aceptado, lo no cuestionado, lo que se nos vende e interiorizamos como cool o como deseable, lo que es natural, lo que siempre ha sido así, lo que no se concibe de otra manera, lo que está ahí y parece inamovible, ese simple gesto te coloca directamente en el punto de no retorno.

¿Que qué? ¿Pero qué dices?, ¡vaya un invento! Los argumentos se suceden repetitivos y cansinos, que si es que ya no sabemos cómo hacernos las víctimas o que ya no sabemos qué inventarnos o bien que eso en casa de tu abuelo no pasaba, incluso que hay sitios o tiempos desconocidos, remotos o ignotos que demuestran que estás diciendo tonterías; si es que ¿por qué tienes que meter éstos temitas en todo lo que ves?, lo que pasa es que estás obsesionada, ¿no podrías hacer sólo una crítica estética? En definitiva, parece que no lo entiendes, la cuestión es ¿no podrías callarte y no molestar? Al fin y al cabo sólo es un anuncio, una prenda de vestir, una cosa de comer, un artículo más o menos bien escrito, una costumbre, un chiste, una frase hecha, algo bonito o un perfume que, además, huele bien. Al fin y al cabo sólo es algo que pasa constantemente: ¡Asúmelo! (y, por supuesto, no lo cuestiones)

Si tienes la suerte de que te pilla en tu día tántrico, respiras profundamente para oxigenar la rabia que se te está materializando en las tripas, para que en su tránsito verbalizado salga como argumento y no como lo que es, el grito del cansancio de tener que estar impostándote a ti misma para no sentirte una paria social mientras la incoherencia fluye, y todo esto mientras te dices a ti misma “no te líes, compañera, no te vayas al principio del libro e intentes hacer ver que ética y estética no son disociables, porque este libro es muy gordo y no hay dios que se lo lea”

Valgan estos pensamientos, soliloquio de mi estupefacción ante el mundo que se me presenta, para cientos de miles de frases y posicionamientos que descolocan, que incomodan, que te hacen aparecer como indeseable compañía cuando te despistas y se te ocurre insinuarlos. No es fácil ser coherente cuando el mundo se te echa encima y te fagocita con toda su maquinaria de roles aprendidos y de costumbres naturalizadas. No, no es fácil saber que el mapa que utilizas para orientarte es realmente un mapa del tesoro y que esas cartografías hay que querer buscarlas para encontrarlas. Son los mapas paralelos, donde las referencias cambian porque el objetivo no es llegar a cualquier lado, sino encontrar aquello que te va a cambiar la vida.



2 comentarios:

  1. Animo, ¡me encanta!
    A ver que te pasa en el mundo de las formas, que no del fondo.
    Mariló Lalalá.

    ResponderEliminar