SOBRE ISTMOS E ISMOS
Helena Conhache.
Siempre hay algún momento en el que nos volvemos
insensatas, y no porque nos convirtamos en locas de atar o en la niña del
exorcista, que también podría ser, sino porque simplemente apuntamos una
cuestión que para una puede resultar tan obvia como para el resto resulta
obviada.
En ese
rango de propia insensatez podríamos incluir esas frases que se nos escapan como
si en un momento de delirio mostrásemos una realidad paralela, algo así como si
sacases a barrer todas las dimensiones posibles que se necesitan para entender
la teoría de cuerdas. En ese momento se nos dirige esa mirada en ocasiones
extrañada y en ocasiones condescendiente. Pero ya no tiene remedio, ya no hay
vuelta atrás, ya lo has dicho, has cruzado la lengua de tierra que te lleva al
otro lado y sabes que te acabas de meter de pies y patas en un jardín por el
que no es pertinente transitar en ese momento.
Así que en
vez de hablar de lo que a ti se te muestra como un resultado claro y distinto (no
es por ponerme cartesiana, sino porque lo es) con un origen y un camino, tienes
que empezar a repartir, por enésima vez, la versión “dos punto ya os vale” del “Ethicmaps”,
para ver si alguien localiza con claridad donde te has situado a la hora de
hablar cuando esa frase incómoda fue verbalizada así, como quien no quiere la
cosa. ¿Cómo hacer ver que no estás apologizando contra los edificios sino
explicando por qué el edificio se sustenta?
Alzar tu
dedo índice, señalar y decir lo que sea que digas que va contra el sistema,
contra lo establecido, lo normalizado, lo instituido, lo socialmente aceptado,
lo no cuestionado, lo que se nos vende e interiorizamos como cool o como
deseable, lo que es natural, lo que siempre ha sido así, lo que no se concibe
de otra manera, lo que está ahí y parece inamovible, ese simple gesto te coloca
directamente en el punto de no retorno.
¿Que qué?
¿Pero qué dices?, ¡vaya un invento! Los argumentos se suceden repetitivos y
cansinos, que si es que ya no sabemos cómo hacernos las víctimas o que ya no
sabemos qué inventarnos o bien que eso en casa de tu abuelo no pasaba, incluso
que hay sitios o tiempos desconocidos, remotos o ignotos que demuestran que
estás diciendo tonterías; si es que ¿por qué tienes que meter éstos temitas en
todo lo que ves?, lo que pasa es que estás obsesionada, ¿no podrías hacer sólo
una crítica estética? En definitiva, parece que no lo entiendes, la cuestión es
¿no podrías callarte y no molestar? Al fin y al cabo sólo es un anuncio, una
prenda de vestir, una cosa de comer, un artículo más o menos bien escrito, una
costumbre, un chiste, una frase hecha, algo bonito o un perfume que, además,
huele bien. Al fin y al cabo sólo es algo que pasa constantemente: ¡Asúmelo!
(y, por supuesto, no lo cuestiones)
Si tienes
la suerte de que te pilla en tu día tántrico, respiras profundamente para
oxigenar la rabia que se te está materializando en las tripas, para que en su
tránsito verbalizado salga como argumento y no como lo que es, el grito del
cansancio de tener que estar impostándote a ti misma para no sentirte una paria
social mientras la incoherencia fluye, y todo esto mientras te dices a ti misma
“no te líes, compañera, no te vayas al principio del libro e intentes hacer ver
que ética y estética no son disociables, porque este libro es muy gordo y no
hay dios que se lo lea”
Valgan
estos pensamientos, soliloquio de mi estupefacción ante el mundo que se me
presenta, para cientos de miles de frases y posicionamientos que descolocan,
que incomodan, que te hacen aparecer como indeseable compañía cuando te
despistas y se te ocurre insinuarlos. No es fácil ser coherente cuando el mundo
se te echa encima y te fagocita con toda su maquinaria de roles aprendidos y de
costumbres naturalizadas. No, no es fácil saber que el mapa que utilizas para
orientarte es realmente un mapa del tesoro y que esas cartografías hay que
querer buscarlas para encontrarlas. Son los mapas paralelos, donde las
referencias cambian porque el objetivo no es llegar a cualquier lado, sino
encontrar aquello que te va a cambiar la vida.
Animo, ¡me encanta!
ResponderEliminarA ver que te pasa en el mundo de las formas, que no del fondo.
Mariló Lalalá.
Muchas gracias!!!
EliminarA ver hasta donde llega esto :)